El 8M del 2021 nos encuentra en una situación tan grave y excepcional como nunca habríamos imaginado cuando hace un año titulaba esta crónica “caminando hacia la igualdad”. El alto número de personas fallecidas por covid19, las desastrosas consecuencias sanitarias, sociales y económicas, presentes y futuras, nos colocan en una situación traumática, de emergencia nacional, que exige todo el esfuerzo posible para superarla.
Y sin embargo, el 8M del 2021 encuentra al movimiento feminista sumido en nuevos debates sin haber resuelto los viejos. A los ya clásicos como la prostitución y el abolicionismo se han añadido los referidos a la futura ley trans. Cuando creíamos que después de trescientos años de lucha por los derechos de las mujeres, teníamos perfectamente claro dónde estaba el adversario, a pesar de la probada capacidad del patriarcado para adoptar múltiples y variadas formas, resulta que no. Parece que ahora el enemigo son “las otras”, las que no somos “nosotras”. Una estrategia, por cierto, tan agresiva como peligrosa. Las acusaciones mutuas de pretender manipular el movimiento feminista, sólo parecen dividirlo y anular su potencial. Por supuesto que no todo cabe bajo el paraguas del feminismo; los conflictos generan debates que suelen ser enriquecedores –cuando no son destructivos-, las dudas obligan a buscar respuestas –cuando no se busca la propia confirmación-, y las leyes no siempre tienen la solución.
Mientras tanto, han seguido los asesinatos machistas y las violaciones grupales, no ha disminuido la violencia de género y el acoso que destruye a las personas se expande por las redes; crece el control emocional de las adolescentes y ellas siguen justificándolo con mitos románticos. Además, el paro, la jornada a tiempo parcial, las horas extraordinarias no pagadas, ha golpeado a las mujeres de lleno durante la pandemia, mientras los cuidados les siguen siendo adjudicados en exclusiva. Ahí está el enemigo. Esos son los motivos de protesta del 8M. Y es justamente ese día cuando el partido político que luce su antifeminismo como una bandera más, propone recordar a las personas fallecidas por covid19, al tiempo que presiona a sus socios de gobierno en Andalucía y Madrid para que impongan el veto parental, como un ataque más a las mujeres en particular y a la educación para la igualdad en general.
Precisamente es en la educación para la igualdad donde podemos considerar que hemos obtenido nuestro mejor logro. Entre las enmiendas que desde la Fundación CIVES y la Liga española de la Educación, junto con otras organizaciones como la Federación de Mujeres Progresistas o Intermón, presentamos al Proyecto de Ley de Modificación de la LOMCE estaba nuestra iniciativa de que la coeducación fuera reconocida como una estrategia fundamental para la igualdad. Y finalmente así lo recoge la Ley, como un principio que determina la organización de todo el sistema educativo: “l) El desarrollo de la igualdad de derechos, deberes y oportunidades, el respeto a la diversidad afectivo-sexual y familiar, el fomento de la igualdad efectiva de mujeres y hombres a través de la consideración del régimen de la coeducación de niños y niñas, la educación afectivo sexual, adaptada al nivel madurativo, y la prevención de la violencia de género, así como el fomento del espíritu crítico y la ciudadanía activa.” Este enfoque de igualdad de género a través de la coeducación que ha adoptado la LOMLOE, así como el fomento en todas las etapas educativas de la prevención de la violencia de género, constituye sin duda alguna un respaldo a nuestras investigaciones y proyectos, a nuestro trabajo diario en las Casas de Niños y Niñas, a nuestra trayectoria pasada y a nuestras expectativas de futuro. Y ese hecho constituye un motivo de celebración el 8M, porque #EDUCAMOSPARALAIGUALDAD.
Ana Mª Rodríguez Penín
Secretaria de Igualdad
Te animamos a que nuestras redes sociales para ver cómo desde la Liga de la Educación seguimos #ConstruyendoIgualdad. Encuéntranos en Facebook, Twitter o Instagram como LigaEducacion.
