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En el día de la mujer y la ciencia desde la Casa de niñas y niños Maestro Claudio en Valladolid, conocemos la vida de mujeres científicas

El pasado 11 de febrero se celebró el Día internacional de la mujer en la niña en la ciencia. Un día importante para visibilizar a todas aquellas mujeres que a lo largo de la historia han aportado y siguen aportando a las ciencias su saber. El mundo de la ciencia junto con el de la Tecnología y la ingeniería han sido sectores de estudio con un brecha alta de género.

Nosotras desde la Casita todos los años queremos visibilizar a mujeres de ciencia. Este año hemos elegido una Bioquímica, una Paleontóloga y una Ornitóloga. Os dejamos información sobre ellas:

Katalin Karikó, Bioquímica

Katalin Karikó y Drew Weissman, pioneros del ARN mensajero, reciben la vacuna contra el Covid-19. Fuente: La Vanguardia 18/12/2020

Nació en 1955 en la ciudad húngara de Szolnok. De inmigrante ignorada a “madre” de la vacuna contra el Covid-19.

Hace años, sus investigaciones en el desarrollo de la llamada tecnología de ARN mensajero, han hecho posible las vacunas de las firmas Pfizer y Moderna contra el Covid-19 , le costó  un puesto de profesora en la Universidad de Pensilvania y puso en peligro la renovación de su visado de residencia en Estados Unidos.

Hasta ahora, las vacunas contenían o bien el propio patógeno atenuado o desactivado por distintos mecanismos, o bien una proteína del patógeno que nuestro sistema inmunitario pudiese reconocer.

Pero varias de las actuales vacunas contra el SARS-CoV-2,  el coronavirus causante de la COVID-19, se basan en una estrategia distinta, nunca empleada todavía. Son las llamadas vacunas de ARN mensajero, en las que una molécula de ARN se inyecta en nuestro cuerpo y se introduce en nuestras células para que sea su maquinaria celular la que produzca la proteína que debe entrenar a nuestras defensas. No se introduce virus ni proteína del virus. Solo las instrucciones para producirla, y lo demás ocurre ya en nuestras células.

Mary Anning, buscadora de fósiles

Su recuerdo ha quedado inmortalizado en retratos que la muestran caminando a solas por la playa, vestida con una falda larga, chal, sombrero, provista de un martillo y de una cesta colgando del brazo.

La paleontóloga Mary Anning (1799-1847) nació un 21 de mayo de 1799 en el Condado de Dorset (Inglaterra)

Mary Anning venía de una familia de clase baja, lo cual, sumado a que era una mujer, hizo que se dificultara enormemente su entrada en el mundo de la ciencia. La Sociedad Geológica de Londres nunca la admitió entre sus miembros y siempre se la tomó como a una intrusa.

Identificó correctamente el primer esqueleto de ictiosaurio, un reptil marino procedente de la época del Jurásico. Encontró los primeros dos esqueletos de plesiosaurios un animal de 5 metros de longitud procedente del Jurásico Superior, el cual despertó la admiración de todos los científicos. Resultó ser el primer fósil registrado del plesiosaurio. Unos años más tarde, encontró otro fósil que estaba incluso en mejores condiciones (el primero que encontró carecía del cráneo, pero el segundo era perfecto)

Su trabajo y hallazgos contribuyeron  a que se produjeran grandes cambios en las ideas científicas sobre la vida prehistórica y la historia de la Tierra a principios del siglo XIX y están relacionados con uno de los acontecimientos más notables de los inicios de la Geología y de la Paleontología: el descubrimiento de los primeros restos de dinosaurios.

Las pruebas paleontológicas que aportó fueron uno de los mayores apoyos a la teoría de la extinción de las especies, un elemento indispensable en la teoría de la evolución por selección natural. En aquella época aún algunos pensaban que ninguna especie se había extinguido.

Fue una de las fundadoras de la ciencia geológica que hoy conocemos como paleontología, demostrando que se podía estudiar la historia de los seres vivos mediante pruebas fósiles. El análisis de la cronología de la tierra a partir de pruebas geológicas y paleontológicas sufrió un momento de auge gracias a muchos de sus descubrimientos.

Las alas de Florence Merriam Bailey: naturalista, ambientalista y sobre todo, amante de los pájaros.

Florence Augusta Merriam Bailey ornitóloga (Estudiosa de las aves)

(Locust Grove, Nueva York, 1863-1948) La primera mujer miembro de la Unión Americana de Ornitología (AOU) en 1885, así como la primera mujer electa en la AOU en 1929.

A los 26 años publicó su recopilación de artículos _Birds Through an Opera Glass_ [1] (1889), con su nombre aún a riesgo de no poder publicar y rechazó hacerlo bajo seudónimo; algo habitual en aquella época entre las escritoras. Sus estudios se convertirían durante muchos años en guías para investigadores en materia de ornitología.

El objetivo de su labor investigadora era la difusión y querer despertar en la sociedad la curiosidad y el respeto por las aves. Para ello, además de adecuar los nombres de las aves al lenguaje más común, adaptó la forma de describir las medidas de los pájaros, tomando como referencia el tamaño de _petirrojo_ [2], ave más que conocida en Estados Unidos.

Fue una de las primeras investigadoras en estudiar la vida de los pájaros en su entorno natural, y no en el laboratorio como era habitual. No cazaba las aves para estudiarlas; convive con ellas en su entorno y estudiaba la vida de los pájaros y su comportamiento en su hábitat natural y siempre lo documentaba con fotografías.

Toda su pasión por la naturaleza se basaba en el convencimiento de “querer dejar un mundo mejor para vivir”. Así ese amor por las aves llevó a liderar el movimiento en defensa de la vida de los pájaros, participando activamente en pedir la prohibición del uso de plumas de aves en los sombreros. La ley de protección de la vida salvaje conocida como Lacey Act [3] (1900) fue fruto de su labor de concienciación de la sociedad. Gracias a esa ley, quedó prohibida la venta y transporte de animales en Estados Unidos, un primer paso que permitió detener el número de aves marinas y pelícanos que se mataban en aquella época, así prohibir el uso de pájaros y sus plumas  como adorno en sombreros y demás prendas de vestir. Durante los años 1897-1911, más de quince millones de aves americanas fueron sacrificadas por año para atender la demanda del mercado de la moda.

Esperamos que os haya gustado conocerlas.

Seguiremos contándoos todo aquello que hagamos sobre ciencia