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¡NI UN PASO ATRÁS!

Artículo de opinión de Ana María Rodríguez Penin, Secretaria de Igualdad de la Liga española de la Educación y la Cultura Popular.

Un año más el dato siniestro nos golpea con su violencia extrema. Según Presidencia de Gobierno, a día 5 de noviembre  51 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, 3 crímenes más están siendo investigados, y ya hay 43 menores huérfanos de madre. Pero si tomamos los datos de Feminicidio.net a 5 de noviembre, son 90 las mujeres asesinadas por hombres sólo por el hecho de ser mujeres, superando ya la cifra total de 2018. 

Esa cifra sangrienta no queremos usarla para establecer comparaciones con otros años o con otros países, sino para pensar en todas y cada una de las mujeres cuyas vidas, importantes para tanta gente, alguien decidió que quería y podía arrebatar “porque no iba a ser el primero ni el último”. Y un año más nos reafirmamos en nuestra lucha contra la violencia de género y por la igualdad, desde la primera infancia y con todos los medios de los que podamos disponer, con nuestros programas educativos aquí y en los países a los que la Liga española de la Educación pueda llegar, porque la violencia de género es tan universal como el patriarcado.

Hoy queremos, además, recordar que las fuerzas reaccionarias centran sus ataques en  el concepto de violencia de género y su carácter estructural. Niegan su existencia y cambian su nombre por el de “violencia intrafamiliar”. De esta forma  descalifican la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres como producto de la que denominan “ideología de género”, intentan desprestigiar y suprimir todo el trabajo realizado durante décadas en pro de la igualdad de género y, por último, presentan al feminismo como causa de un enfrentamiento de mujeres contra hombres  y la violencia machista como simples fracasos de las relaciones afectivas.   

Es esta una violencia nueva y grave en nuestro entorno. Nueva, porque procede de personas que ocupan puestos de relevancia en las instituciones políticas, y grave, porque se consideran legitimadas por quienes les han votado. Es una violencia que ataca nuestra sensibilidad con sus modos gritones y con sus insultos. Es una violencia que atenta contra nuestra inteligencia con mentiras, con datos falsos y con afirmaciones anticientíficas. Es una violencia que hiere nuestros sentimientos morales con sus discursos de odio. Es una violencia que atenta contra nuestros valores éticos al exigir al gobierno la supresión de derechos o su restricción para determinadas minorías, declarando incluso su intención de proponer el abandono de la Convención de los Derechos de la Infancia de las Naciones Unidas.

Nos hemos acostumbrado a los estallidos  machistas que, disfrazados de  juvenil rebeldía, algunos vocean desde sus púlpitos o sus medios de comunicación. Ya no nos sorprenden cuando ridiculizan el lenguaje inclusivo, cuando califican de “moda”  el movimiento Me Too, las masivas protestas ante sentencias que revierten la acusación contra la víctima, el éxito de las últimas manifestaciones del 8 de marzo o cuando cuestionan nuestros derechos. La diferencia es que ahora el machismo ha subido a las instituciones, se ha bajado de los autobuses de “Hazte oír” y coloca su publicidad en lugares privilegiados, envía circulares a las AMPAS para que soliciten el “pin parental” de forma que sus hijas e hijos no sean “adoctrinados” respecto al sexo ni al género, mientras en Andalucía presentan la caza o la tauromaquia como contenidos obligatorios para la escuela.

Esta nueva vuelta de tuerca del patriarcado exige vigilancia y militancia. No se pueden dejar pasar como si fueran simples opiniones las amenazas reales a los derechos conquistados para la mitad de la población, de la misma forma que, como personas que defendemos la universalidad de los derechos humanos, tampoco podemos hacer oídos sordos a sus advertencias de utilizar todo el poder obtenido legalmente para cercenar los derechos de la infancia. Por todo ello creo que viene al caso para estos tiempos uno de los lemas de nuestras manifestaciones: 

 “Contra el patriarcado y sus violencias: RESISTENCIA