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Las libertades civiles en una democracia fuerte

Victorino Mayoral Cortés, presidente de la Liga de la Educación.

La evolución de las conquistas de ciudadanía ha seguido una lógica histórica iniciada  por la emergencia de la ciudadanía civil, que según el profesor T.H.Marshall, en su clásica obra “Ciudadanía y clase social” ( Alianza Editorial 1998),”se compone de los elementos necesarios para la libertad individual: libertad de la persona, de expresión, de pensamiento y de religión, derecho a la propiedad y a establecer contratos validos y derecho a la justicia”. Son libertades y derechos cuya enumeración es aún más extensa, debido al impulso  que hasta la fecha ha tenido su crecimiento, también en España, como ha sido la conquista del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Todas ellas, juntamente con los derechos y libertades correspondientes a las ciudadanías política y social, constituyen la esencia de la figura central del sistema democrático que es el ciudadano.

Una democracia sana es como un organismo vivo que está siempre en proceso de expansión y perfeccionamiento de sus funciones. Una democracia enfermiza, por su parte, es aquella donde, por diferentes causas, las libertades civiles comienzan a desvirtuarse, restringirse y decaer. Porque las democracias, y a la vista tenemos algunos casos, dentro de la propia Unión Europea (Hungría, Polonia…), pueden ser sometidas a reacciones autoritarias, populistas, demagógicas, xenófobas y nacionalistas identitarias, que las degraden, restrinjan y sitúen al borde de su muerte. Si, las democracias hoy también pueden morir, pero ya no, por lo que parece, de manera tan cruenta como los antiguos golpes y asonadas militares o revueltas de origen conspirativo. Ahora, aquella “la técnica del golpe de Estado” que divulgó Curzio Malaparte en la Europa de entreguerras del siglo XX  pertenece ya al pasado. Según un libro de muy reciente aparición con el título”Cómo mueren las democracias” (Steven Levitsky y Daniel Ziblat.Ariel, 2018), se está demostrando que los procesos terminales de la vida democrática pueden ser lentos, ocultos tras apariencias legalistas y constitucionales, no frontales e insidiosos, con el debilitamiento progresivo de sus instituciones  parlamentarias y jurídicas fundamentales,o por la restricción paulatina de los  derechos civiles de las personas, como las libertades de expresión, comunicación y  manifestación.

Esto ha pasado en España, como consecuencia de las restricciones que a los derechos de reunión pacifica, manifestación y expresión estableció la llamada Ley Mordaza, aprobada por la mayoría conservadora del PP  durante el gobierno del Señor Rajoy. La Ley más regresiva y limitadora de libertades civiles que se ha  aprobado en España en los cuarenta años de régimen democrático. Ley autoritaria dictada para embridar, atemorizar y disuadir al pueblo que deseaba expresarse, comunicarse y manifestarse frente a las medidas antisociales y perjudiciales para los trabajadores y clases medias que adoptaron los conservadores durante la crisis, el austericidio mortal para los servicios públicos esenciales y sus usuarios, sus recortes, el incremento del paro, etc. Una Ley que debe ser derogada cuanto antes por una mayoría de diputados propicia para ello que hoy existe  en el Congreso.

Pero, igualmente, las democracias pueden sufrir graves daños como consecuencia de la utilización torticera, partidista y ventajista de sus instituciones judiciales, gubernativas o parlamentarias, por parte de quienes las gobiernan o controlan Tal es el caso de lo que hoy ocurre en nuestro país en el mismo seno de Congreso de los Diputados, máxima expresión de la soberanía nacional, por la práctica del filibusterismo parlamentario que realizan las dos derechas, compitiendo por demostrar quién es más derecha, el Parido Popular y Ciudadanos ,a través del control de la Mesa del Congreso, obstruyendo la tramitación, debate y votación de leyes cuyos contenidos no comparten.

El filibusterismo parlamentario de las dos derechas, la Ley Mordaza concebida como instrumento disciplinario frente a las reivindicaciones populares, las limitaciones penales a la libertad de expresión, porque habitualmente nuestra conservadora judicatura, aplicando el actual Código, prioriza el amparo de los sentimientos religiosos sobre la defensa de los demás; y la concentración de los grandes medios de comunicación en manos oligopolisticas, subordinadas al poder financiero o de las grandes empresas, tales son algunos de los actuales focos  más activos de erosión de los derechos y libertades civiles de ciudadanía.

Pero sobre todos ellos queremos destacar las limitaciones que dejan por ahora tocada y moribunda a la libertad de expresión, prensa y comunicación veraz, en este mundo de las Fake News y la postverdad. No se trata en todo caso de un acontecimiento exclusivo del siglo XXI, porque existe desde la eclosión de la prensa escrita, aunque hoy estas prácticas han alcanzado cotas de manipulación, sofistificación y aportación de nuevas tecnologías de la comunicación antes desconocidas.

La existencia de medios de comunicación real y no ficticiamente independientes, sin hipotecas, ni subordinación al poderoso mundo del gran dinero, ni al poder y las ventajas gubernamentales o a las consignas e intereses puramente  partidistas, es un factor estratégico y determinante para la preservación de las libertades civiles más imprescindible y, por consiguiente, para la misma supervivencia de la democracia. La libertad de prensa está esquilmada por los pocos grandes dinosaurios mediáticos que hoy se señorean por el mundo y por España. Algo que debe ser remediado si queremos que la democracia sobreviva. Y es deber de los partidos democráticos, representativos de la defensa de los intereses de las grandes mayorías víctimas de las manipulaciones e intereses minoritarios de los más poderosos y privilegiados, poner remedios legislativos que eviten las gigantescas concentraciones de medios, preserven y protejan la información objetiva y veraz  y establezcan un estatuto para el ejercicio de la profesión periodística que garantice su independencia y participación en la gestión y orientación de los medios.

Mientras tanto, hay algo que se puede hacer, iniciativas que se pueden impulsar. Como es el caso de “The Canary”, medio de comunicación del movimiento social laborista Momentum,”vehículo de la utopía socialista” y catalizador del ascenso electoral y recuperación ideológica del Partido Laborista británico, liderado por Jeremy Corbyn. Medio de comunicación que nace independiente de anunciantes, financiadores, empresas, y con  la siguiente reflexión,”Hoy, un puñado de poderosos magnates controlan nuestros medios principales. Su orientación es conservadora. Hemos creado una alternativa verdaderamente independiente y viable. Que no tenga miedo a desafiar el statu quo, hacer las preguntas difíciles y tener una opinión propia, gracias al apoyo de los lectores” A ello añaden un planteamiento clave  sobre la centralidad que la información tiene para ilustrar la formación de la opinión y decisión de los ciudadanos en un sistema de democracia decisoria y participativa: el The Canary  laborista quiere ser un revulsivo para la restauración de la libertad de expresión y de prensa, porque  ”Un medio de comunicación libre, justo y audaz es la base de una democracia que funcione, porque esta requiere el consentimiento informado de los ciudadanos”. La función de The Canary es ayudar a generar ese consentimiento democrático informado de los ciudadanos, proporcionándoles un periodismo de alta calidad y de investigación”¡Atentos a lo que pueda ocurrir en el Reino Unido!

En España esperamos del actual gobierno progresista que,tras el cautiverio padecido en manos de los manigeros del PP, es preciso también proceder a  desamortizar la RTVE estatal y las autonómicas de las manos muertas que hasta ahora les obligan a realizar una función de voceros, propagandista y manipuladores al servicio del partido gobernante. Y devolver estos medios al ámbito del ejercicio de las libertades civiles y así fortalecer nuestra democracia.