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‘Finaliza un programa que es más que un programa’ Crónica de María José Aceituno, técnica de ‘Inserción sociolaboral para personas migrantes en el ámbito rural’

En enero de 2020, en Alcalá la Real se puso en marcha el Programa para la Inserción sociolaboral de mujeres y hombres migrantes en situación de exclusión social residentes en zonas rurales. Pero La Liga de la Educación ya llevaba cinco años en Alcalá, en el corazón del Edificio de la Tejuela, donde se ubican los Servicios Sociales y donde hace ya algunos años, se trabajó para crear un espacio para la participación y la convivencia. Y ahí, sin duda, la Liga tenía su casa por mérito propio, con un programa de Alfabetización que se inició y creció con mi compañera Lali, que supo aunar la enseñanza de la Lengua Castellana con la apertura de corazón a través de la cultura, creando un proyecto de inclusión sociocultural en toda regla del que obtuvimos incontables beneficios, tanto las personas usuarias del programa, como la ciudadanía en general.

 

Como digo, en enero, además de la alfabetización, arrancó un nuevo proyecto de Orientación e inserción sociolaboral. Era un programa novedoso y muy necesario, que nació de la sensibilidad de la Liga en colaboración con el Ayuntamiento, con el que se firmó el convenio allá por el año 2018. Con la mejor de las motivaciones y un equipo humano de alta gama, arrancó con los retos que suponen los proyectos que ponen en el centro al ser humano. Una ingente cantidad de trabajo que cuando estaba comenzando a dar frutos, se topó de frente con el COVID-19.

Después del frenazo que supuso esta inesperada pandemia y de las vacaciones de verano, yo me integro en octubre, para cubrir la baja de mi compañera Mayo, quien arrancó y puso en marcha esta nueva vertiente del programa en Alcalá, haciendo un increíble trabajo. Desde aquí, quiero darle las gracias de todo corazón. Gracias a su profesionalidad, los folios en blanco y negro, las fichas y las carpetas, se llenaran de historias de personas. Personas que como tú y como yo, buscan unas mínimas condiciones de vida y que han dejado atrás su tierra y muchas cosas más.

El adjetivo, inmigrantes, lleva aparejado una gran mochila emocional que no puede desvincularse de la búsqueda de empleo o del aprendizaje de una lengua nueva. El núcleo es un ser humano con todos los adjetivos con que se le categorice y esa ha sido la raíz de la intervención que ha consistido en acompañar a personas en un proceso más que delicado de “inserción social y laboral”, aunque quizás, deberíamos usar un término más preciso, ya que en realidad, ha sido un proceso de inclusión.

La inclusión nos habla de un mundo diverso y común, nos habla de aquello que nos une para entender las diferencias como riqueza, que nutre a todas las partes, a quienes llevamos más tiempo por aquí y a quienes llevan menos. Nuestro sistema educativo ha cometido el error de poner el foco con vehemencia en categorizar al ser humano, y de modo que al final y de forma natural, se tiende a la jerarquización de esas categorías. Los proyectos de la Liga se imbrican precisamente en la difícil labor de borrar estas líneas divisorias y profundizar en la esencia. No hay nada diferente que nos divida; ni la religión, ni el sexo, ni la nacionalidad, ni el color de la piel. Todo, absolutamente nos da una oportunidad de aprender y de llenar el corazón, hasta que finalmente consigamos entender que en realidad lo común, aquello que nos une es realmente lo que más importa: todos los seres humanos queremos ser felices, amar y ser amados.

Me han pedido un resumen y en realidad me cuesta, porque para mí ha sido un proyecto muy personal, muy vinculado al corazón, pero también son importantes los hechos, los logros profesionales. Por eso, creo que puedo decir sin temor a equivocarme que se ha hecho un gran trabajo dadas las condiciones con las que nos hemos topado. Que hay personas que han conseguido encontrar un trabajo, que han conocido mejor su entorno laboral, los sectores productivos que conforman el municipio, que se ha hecho un trabajo de intermediación que ha dado frutos y que se han creado vínculos sociales muy necesarios que esperemos no se rompan. Hemos intentado, partiendo de las necesidades individuales, desarrollar al máximo las habilidades sociales y laborales. Hay personas que han quedado a la espera de regularizar su situación y con las cuales estoy segura de que volveremos a retomar el trabajo.

Con mucha tristeza, el programa se cerró en Diciembre, esperemos que por un breve periodo de tiempo.

Solo me queda dar las gracias a esta ONG, La Liga Española de la Educación y la Cultura Popular con la que me he sentido realmente en casa y al increíble equipo humano con el que he tenido la suerte de poder trabajar. Ojalá volvamos a compartir la ilusión de hacer de este mundo un mundo mejor, porque es necesario y urgente.

María José Aceituno Hinojosa