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Otros 8M en España, los de la Memoria Democráticade las mujeres

El pasado es siempre cóncavo y convexo, y “para ser salvado de la deformación, que llega tan fácilmente hasta lo grotesco, ha de ser enderezado, restituido a lo que era y más aún a lo que iba a ser”… Por eso hay que  “Mirar con perspectiva, no de espacio, sino de tiempo y de objetividad intelectual lo que en ella (España) sucede, para descubrir su profunda realidad”…. Las palabras de María Zambrano, extraídas de sus ensayos “Los intelectuales en el drama de España”, expresan el sentido que queremos dar a la imagen del 8M que recuperamos para la Memoria Democrática, tarea que la Fundación CIVES aborda ahora en convenio con la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.

Parece que fue el 8 de marzo de 1936 cuando se celebró en España el 8M por primera vez. Una fecha que se tiñe de dramatismo si pensamos que cuatro meses más tarde las mujeres que abarrotaban la plaza de toros de Madrid para celebrarlo, empezarían a padecer las terribles consecuencias de una cruzada que las juzgará de forma implacable como desafectas en lo político y transgresoras  en lo moral.

Pero también es llamativa la fecha, por lo tardía, si consideramos que en 1910 el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas celebrado en Copenhague, había acordado organizar anualmente un Día de la Mujer con carácter internacional para reivindicar sobre todo el sufragio femenino. En 1911 ya se celebró el Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Suiza y Dinamarca. También en 1911 las mujeres del Partido Socialista de los Estados Unidos conmemoraron en New York el Día Nacional de la Mujer Trabajadora, homenajeando a las obreras del textil que habían protagonizado una heroica huelga contra sus duras condiciones laborales, y exigiendo el derecho al voto, el acceso de las mujeres a los cargos públicos, a la formación laboral, etc. La trágica muerte de más de 140 trabajadoras en incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist  pocos días después, añadió fuerza a las reivindicaciones laborales en años sucesivos, de la misma forma que la Primera Guerra Mundial incluyó el antimilitarismo y la oposición a los conflictos armados en las reivindicaciones igualitarias. La incorporación de Rusia en 1917 para recordar el protagonismo de las mujeres que, hartas de miseria, hambre y guerra, se declararon en huelga en los inicios de la Revolución de Febrero, o la de China en 1922 no resta interés al hecho de que el 8 de marzo va unido desde su origen a la visibilización de las desigualdades y a la reivindicación de derechos para las mujeres.

Y en ese sentido, si bien circunstancialmente, consideramos que también las mujeres españolas tuvieron un 8M en 1910: ese día se publicó la real orden que les permitió acceder a la Universidad en igualdad de condiciones con los varones. El que Emilia Pardo Bazán, gran defensora del derecho de las mujeres a la educación, acabara de ser nombrada consejera de Instrucción Pública, bien pudo tener algo que ver con ello. Porque, aunque unas pocas mujeres habían conseguido realizar estudios universitarios, mientras no había existido ley que lo impidiera (suponemos que por lo insólito del hecho), en 1882 se suspendió “la admisión de Señoras a la Enseñanza Superior” y cuando en 1888 se autorizó fue como “alumnas de enseñanza privada”, necesitando la autorización personal del Ministerio de Instrucción Pública y un permiso escrito de cada profesor, que se comprometía a garantizar el orden en el aula. De ahí la importancia de aquella real orden de 8 de marzo de 1910, porque las mujeres españolas no habían estado tan reivindicativas en  el sufragismo como en el derecho a la educación, el único camino por el que podrían acceder a los demás derechos y a la consideración de igualdad con los hombres.

¿Cuál fue entonces el sentido del acto celebrado en Madrid en 1936?

El 8 de marzo los partidos del Frente Popular organizaron en la plaza de toros de Madrid un gran homenaje a las mujeres que les habían votado en las elecciones legislativas celebradas en febrero. Según Pikaramagazin.com. en dicho acto hubo de todo: Catalina Salmerón, por ejemplo, se encargó de recordar a las asistentes lo agradecidas que debían estar a la República por haberles otorgado derechos políticos y sociales, mientras que las diputadas Dolores Ibárruri por el PCE y Julia Álvarez por el PSOE, rechazando homenajes y agradecimientos, valoraron el voto femenino frente a la reacción y animaron a las mujeres a seguir luchando por la igualdad; si bien, Julia Álvarez hizo más hincapié en las reivindicaciones laborales y Dolores Ibárruri en la necesidad de implicarse en la lucha contra el fascismo que amenazaba a Europa con la guerra. La prensa dice que el acto terminó con manifestaciones por las calles con banderas rojas y pancartas marxistas. También  en  Barcelona se celebró ese día un mitin en la Monumental sin relación con las reivindicaciones de las mujeres, aunque Dolors Bargalló de ERC, única mujer que tomó la palabra, recordó la contribución del voto femenino al triunfo de las izquierdas, la necesidad de continuar la lucha por la emancipación y reivindicó el pacifismo ante los vientos de guerra agitados por los fascismos. Después, en 1937 y 1938 será Barcelona el centro de las reivindicaciones del 8 de marzo.

El  montaje fotográfico publicado en la revista Mundo Gráfico correspondiente al número del 11 de marzo de 1936, ocupa la página 24 y está colocado entre las de moda: Califica el acto como mitin: “El mitin de mujeres republicanas en la Plaza de Toros de Madrid” y su titular “El ocaso del “sexo fuerte”: Las mujeres eran antes dueñas en el hogar; ahora lo son también en la calle” es ya una declaración de intenciones. Acompaña cada fotografía con comentarios que podríamos calificar como mínimo de jocosos, pero que leídos desde la perspectiva del tiempo adquieren el tinte dramático de la premonición. “Las que escuchan con mucha atención para repetirlo luego a las vecinas del segundo, que son de derechas, y hacerlas morir de rabia” es el pie  de foto de un grupo de mujeres serias y atentas a la escucha; o “Millares y más millares de mujeres. Los hombres se sentían un poco impresionados por su inferioridad numérica” es el comentario ante una plaza abarrotada. “Muy bien, pero que muy bien hablado”…jóvenes y viejas aplauden con entusiasmo” y bajo la fotografía de rostros alegres de unas jóvenes que aplauden mirando a la cámara: “Y las que se entusiasman de verdad, las que saldrán del mitin roncas de tanto gritar vivas y mueras”.

No parece  que la prensa se hiciera eco mayoritariamente del acto de Madrid ni de las manifestaciones. No obstante, El Luchador: Diario Republicano (Alicante) del día 11, aludiendo al homenaje en primera página y con la firma de Luis Caballero, publica un artículo sobre lo que considera el gran avance de las mujeres, al menos las republicanas: “La mujer en España camina hacia su liberación…y sin dejar de ser mujer quiere ser ciudadana de la República, camarada inteligente del hombre que piensa, que lucha que trabaja que siente. No comprende la mujer todavía su papel en la vida del hombre, pero se la ve hacer un gran esfuerzo…Traerá a las luchas políticas calor, suavidad, fe y ese gran amor suyo que es ante todo protección que va y viene determinada por su condición biológica, protección maternal civilizada”. Y a cambio de todo eso “solo nos pide que tengamos “detalles” con ella, que no seamos brutos… Seamos buenos para la mujer”. Poco se puede añadir, salvo que textos como los que aquí presentamos, nos permiten apreciar las fuertes dosis de valentía y autoconciencia feminista que fueron necesarias para recorrer, sin derrumbarse, los duros tiempos de guerra, de exilio y de silencio. Porque el 8 de marzo del 37 fue en Barcelona donde las mujeres pusieron de manifiesto la necesidad de contar con ellas y con sus asociaciones para suplir la mano de obra masculina que debía ir al frente, para organizar campañas de apoyo a soldados y personas refugiadas, al mismo tiempo que llamaban la atención del mundo sobre la guerra y los peligros que el fascismo representaba para la autonomía de las mujeres.  Y el 8 de marzo de 1938, mientras la Agrupación de Mujeres Antifascistas exigía  políticas de capacitación para ocuparse eficazmente de trabajos metalúrgicos, por ejemplo, así como guarderías y comedores que les facilitaran esos trabajos, sin olvidar el reclamo de igual salario, las administraciones, los partidos y los sindicatos siguieron con las reticencias que se derivaban de su  visión patriarcal de las mujeres. Y ya no hubo más 8M hasta los años setenta. Pero esa ya es otra historia.

Ana Mª Rodríguez Penín  Patrona Fundación Cives y Secretaria de Igualdad de Liga Española de la Educación