En el programa de Conjunto de Acciones para favorecer la Interculturalidad (CAI) de Murcia, nos encontramos mujeres de diversa índole, para recuperar la mirada al vecindario tras estos años de distancia social. Qué mejor excusa que la celebración del día de la mujer para provocar el encuentro vecinal intercultural y generar sororidad y solidaridad.
Las vecinas de La Raya son mujeres huertanas, sencillas, cercanas y abiertas. En el encuentro compartimos pensamientos feministas e historias personales de superación. Arrancamos con el intercambio de pensamientos de mujeres del mundo sobre la libertad y la igualdad y cerramos con la lectura de un poema de una escritora española que nos invitaba a desplegar las alas y perseguir nuestros sueños. En el centro del encuentro, un microrrelato nos contó una realidad todavía hoy vigente en muchos territorios: la de una joven obligada a casarse y renunciar a su sueño de ser una profesional independiente (no renunció gracias a la valentía de su padre). Dos vecinas marroquíes se prestaron a traducir simultáneamente y las lecturas pudieron llegar a todas las participantes.
Entre lectura y lectura, las intervenciones personales iban enriqueciendo el encuentro. Las vecinas se animaban a dar su opinión o a contar experiencias de superación.
La interculturalidad tiñó de colores el encuentro. La diversidad presente en la sala provocó que se aludiera repetidamente a realidades culturales distintas y se destacaron similitudes poco conocidas entre Marruecos y España. Resulta interesante destacar la intervención de Lubna, quien reivindicó que el Islam es puro respeto a la diversidad y que no se puede entender sin la connivencia de otras religiones; pidió que no se confundiera con lo que vemos en territorios ocupados por el radicalismo terrorista, ya que “…ellos no creen en el Islam”. La respuesta fue un aplauso generalizado.
Un momento precioso fue cuando Lamia nos contó su historia de viaje migratorio. Compartió su sufrimiento por dejar atrás a su familia y amistades, sobre todo a su madre, a quien echa de menos cada día. Pero conseguir una mejor vida para sus futuros hijos le importaba más que ella misma. Antes de venir a Murcia, luchó por acabar sus estudios y su marido la esperó durante un año; al llegar aquí, la animó a caminar fuerte hacia sus metas… En poco tiempo ya hablaba español con fluidez. Cortó su relato cuando recordó el fallecimiento de un ser querido durante la pandemia y de quien no pudo despedirse por culpa del aislamiento territorial. Las vecinas españolas arrancaron un fuerte aplauso, a la vez que reconocieron expresamente la valentía de las mujeres que dejan atrás su tierra para tener una mejor vida. La emoción se contagió por la sala.
Esperamos que este encuentro sea uno de muchos que están por llegar, el vecindario es la base del desarrollo personal y social. No pudimos brindar por el encuentro, el COVID no lo permitió, pero esa va a ser la razón por la que pronto nos juntaremos a compartir con ‘el buche lleno y el corazón contento’.