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La experiencia de ser joven cooperante


Dos participantes del programa Jóvenes Cooperantes Extremeñ@s, gestionado por el Instituto extremeño de la Juventud y la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID), han trabajado durante los últimos seis meses en un proyecto de la Liga de la Educación en El Salvador. Aquí relatan en primera persona cómo han vivido ellas este aprendizaje.

Somos Sandra, nacida en Don Benito (Badajoz), de 35 años, y Sara, de Pueblo nuevo de Miramontes (Cáceres), de 33 años.

El título del proyecto donde hemos participado es Contribuir a garantizar el pleno ejercicio de los derechos de la niñez y la infancia en el departamento de San Miguel (El Salvador). El primer y último mes hemos estado en la sede de la Liga Extremeña en Cáceres acompañando al personal técnico. Concretamente, Sara ha trabajado en el Ámbito de la orientación laboral y Sandra en actividades relacionadas con violencia de género y afectivo-sexual con niños, niñas y adolescentes. Asimismo, tuvimos la primera toma de contacto con el trabajo que se desempeña en el Área de la cooperación internacional para el desarrollo. En los cuatro meses restantes, desde abril hasta julio de 2017, hemos participado en diferentes iniciativas sobre el terreno, directamente en proyectos implementados en El Salvador con el socio local, la Asociación Intersectorial para el Desarrollo Económico y el Progreso Social (CIDEP).

La acogida por parte de ambas organizaciones nos facilitó la adaptación tanto en el país como en los equipos de trabajo. Igualmente su hospitalidad y cariño nos han seguido en todo momento. Durante ese periodo, gracias al coordinador técnico Pedro Bueno, de la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular (LEECP), al cooperante de la Liga Carlos Roldán, y al personal de CIDEP, hemos estado inmersas en las labores que se realizan para orientar e intervenir en los componentes de cada proyecto, enfocados al desarrollo sostenible a través de la educación, luchando contra la pobreza y la exclusión social.

Salir a la calle: de la oficina al terreno

Nuestra residencia estaba ubicada en la capital, San Salvador. Durante nuestra estancia, trabajábamos en las oficinas de CIDEP y hacíamos salidas a terreno, específicamente a los departamentos de Santa Ana, San Miguel y Chalatenango. Además, en este periodo hemos recibido formación de CIDEP y la LEECP centrada en la gestión del ciclo de proyecto en cooperación con perspectiva de derechos y género. Este ritmo de trabajo y aprendizaje nos ha permitido ampliar nuestros conocimientos tanto en lo profesional como en lo personal.

Sara expresa su vivencia, emocionada: «Las visitas a las comunidades, la formación que se nos ha facilitado, las vivencias compartidas con la población local, la asistencia a multitud de actividades programadas en el marco de los proyectos, etc., ha cambiado mi manera de observar y de plantear el futuro. Mi concepto del tiempo ya no es el mismo; se aprende a valorar otras visiones, otras costumbres, otra gastronomía, otros paisajes, otras facetas de la vida, propia y ajenas y, todo ello invita a reflexionar todavía más sobre la necesidad de cuestionarnos qué podemos hacer para afrontar las desigualdades y cómo podemos ayudar a construir sociedades más justas, cívicas, democráticas y solidarias».

A pesar de haber estado residiendo en la capital, San Salvador, trabajábamos en municipios de distintas regiones del país, lo que ha permitido que nuestra experiencia de aprendizaje se amplíe del plano profesional al personal.

Entre las actividades, queremos mencionar la oportunidad que tuvimos de conocer al Director de la AEXCID, José Ángel Calle Suárez, fue un honor contar con su presencia. Sus palabras de agradecimiento y estímulo fueron inspiradoras para nosotras.

Coordinación, comunicación y logística

Durante el mes de mayo permanecimos solas en El Salvador coordinándonos con el equipo técnico de CIDEP y con la LEECP en la distancia. Fue una experiencia enriquecedora porque vivimos directamente cómo debe trabajar una cooperante, vimos nuestras fortalezas y debilidades, aprendimos a planificar, aprendimos a relacionarnos y comunicarnos. Hay que señalar que, antes de la marcha de nuestro coordinador Pedro Bueno, forjamos un vínculo con la contraparte local que facilitó nuestras relaciones laborales y personales.

Ante esta experiencia, Sandra menciona: «Hay que tener bien en cuenta que mi prioridad es aprender, puedo realizar un seguimiento y un apoyo al compañero o la compañera, y si detecto alguna posible modificación las sugiero y las comparto para que se valore si es posible o no. No hay que olvidar que es otra cultura, con su ritmo de vida y la transformación social se puede hacer a través de su mirada no solamente desde mi mirada. Para mí es un sueño hecho realidad compartir, colaborar con otra cultura y que se puedan fusionar estrategias para que ambas partes podamos sacarle utilidad. Me ha complacido estar en contacto directo con las poblaciones porque he podido ver y aprender sus valores y lo que realmente quieren. De esa manera puedo trabajar más eficazmente sin olvidar para quién son las actividades y lo que se busca. En resumen, la transformación social no es solo para ellos y ellas sino también para nosotras, para mí eso es cooperar».

Experiencias de este tipo reconfortan, te fortalecen como persona y profesional porque eres consciente de un pedacito de realidad fuera de occidente. Además, las dificultades se afrontan sin complicaciones porque tener la oportunidad de conocer y aprender sobre otras culturas es un impulso para lograr un grado más en la escuela de la vida.

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