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J. Luengo: “No hay nada como el voluntariado para hacer feliz a una persona”

El pasado sábado 13 de enero el teatro Alkázar de Plasencia abría sus puertas a la magia. Detrás del telón, uno de los mejores magos del país, Jorge Luengo, que con su espectáculo ‘Ensueños’ lograba hacer soñar no sólo al abarrotado aforo del teatro si no a todas y todos los que creen que vale la pena luchar por la educación.

Los beneficios del espectáculo estaban destinados a realizar obras de mejora en la Escuela Infantil de la Liga, Dulce Chacón, en un claro ejemplo de que los proyectos educativos que ilusionan, se construyen y apoyan entre todos y todas.

Él es padre de uno de los pequeños que acuden a esta escuela y decidió que podía implicarse en la mejora del centro haciendo lo que mejor sabe: magia.

Unos días antes del espectáculo, tuvimos la oportunidad de charlar con él.

P: Tú eres uno de los muchos padres que decidió confiar la educación de tu hijo a una Escuela Infantil de la Liga, la Dulce Chacón, ¿qué es lo que te hizo tomar esa decisión?

Cuando tienes un niño y no conoces el mundo de las escuelas infantiles empiezas a preguntar y ver las diferentes opciones. A nosotros nos lo recomendó una amiga así que fuimos a visitarlo y decidimos que aquel era un buen sitio para que se quedara. Y la verdad, mejor no puede estar.

Concretamente hubo tres cosas que me enamoraron: Una, el ratio profesor alumno, me parece que es muy bueno, es el apropiado. Había visto otros lugares con veinticinco alumnos por educador y es muy difícil estar con tantos niños, no digo que el profesorado no ponga interés, digo que, si ya con uno te cuesta, con 25 es la jungla. Segundo, habíamos visto en otros centros que, en cada uno de ellos, había una televisión por aula. Es la manera de poder tener a un profesor para a 25 chavales. Y yo sé a que a mi niño le encanta ver la tele, porque ya le he visto, le encanta mirar el ipad y tocarlo, verlo. Si se hace eso en el centro infantil, no es lo que espero. A mí me gusta que en la escuela se le estimule de otra manera. Como docente que he sido y soy, me encanta que los niños aprendan, compartan, que tengan a otros similares al lado, si puede ser un poquito más avanzado que él, mejor, porque así aprenderá de él y si tiene otro por detrás, igual, porque así le tendrá que enseñar.

Y el tercer punto que me gustó es la idea del comedor, me pareció súper importante que coma lo mismo que el de al lado, y que el de al lado coma lo mismo que el siguiente, y el siguiente, etc. Con el momento alimenticio que cada uno tenga pero que todos coman lo mismo, no que el mío sea más o sea menos o tengan una serie de alimentos que no le gusten o que sí, debido a que no lo prueba. A mí me pareció brillante que viniera un catering que pusiera el servicio, me gustó muchísimo, me llamó la atención.

Así, se juntaros los tres componentes, profesorado, falta de televisión y comedor. Pero lo que más no gustó fue que las referencias que nos daban los amigos eran brillantes, nos hablaban de que “vas a tener a unas profesoras súper implicadas, muy puestas encima”, etc. Luego hubo otro detalle, que puede parecer una tontería: yo no vi ningún niño que llorara o ningún niño que tuviera mocos. Parece una tontería, pero esa atención, en ese momento, te das cuenta de que es justo lo que quieres ver para decir “me decanto por este”. Me dio una muy buena sensación.

P: En los centros de la Liga trabajamos mucho la participación familiar, es decir que los padres y las madres estén involucrados en el proyecto educativo ¿cómo vives tú esta parte?

En mi caso resulta que mi trabajo me impide estar muchos días en casa. Yo no paso siete días seguidos, duermo menos de lo que me gustaría. Ahora tengo un programa a nivel interno para obligarme a estar sí o sí en casa, que antes no tenía. Sí que es cierto que no me puedo implicar tanto en una serie de actividades como hacen otros padres, pero creo que cada uno puede implicarse en la medida que puede. Entiendo que los trabajos son los trabajos pero cada uno tiene que poner su granito de arena. Lo que yo he hecho con este espectáculo benéfico no es más que lo que hacen los otros, lo que pasa es que igual tienes la suerte de que tienes un altavoz diferente con el que llegas a otras personas, pero al fin y al cabo estoy destinando mi trabajo y mi esfuerzo para conseguir el mejor resultado posible.

P: Has mencionado que fuiste docente ¿puedes contarnos más?

Yo estudié tres ingenierías; una superior y dos técnicas, luego fui becario de investigación para un proyecto de la Universidad de dos años. Luego fui gestor de la Universidad de Nuevas Tecnologías en unas becas que sacaba el Santander, fui de los gestores más jóvenes de España. Luego me presenté para ser profesor de matemáticas de Secundaria, tuve mucha suerte y con veintipocos años ya tenía la vida resuelta.

Tenía un centro que estaba al lado de casa donde daba clase y por la tarde iba a la universidad para estudiar la tercera carrera, con lo cual lo tenía todo hecho. En uno de esos momentos es cuando gano el Mundial de Magia y decido renunciar a dar clase de la forma convencional de todos los días para montar la empresa. Pero no fue hasta dos años después de ganar el mundial. Yo lo decía siempre, para mí las clases eran el mejor sitio para aprender, a ganar la atención, conseguir que los chavales se emocionen a entender que las emociones son la clave para conseguir llegar a las personas. No son los números, ni los datos, ni ninguna otra cosa, son las emociones, si enganchas y emocionas o no. Si consigues que la gente disfrute con lo que hace. Si eres capaz de hacerlo, lo tienes todo.

P: Ahora se oye mucho en cierto discurso político que la educación debe ser la puerta de entrada al mercado laboral, es decir, que se debe orientar los estudios para conseguir trabajos. ¿Qué opinas tú de esta idea?

Yo he tenido la suerte de ver muchas cosas en el mundo y de ver muchos países, muchos empresarios, muchas marcas y mucha gente con la que he trabajado y me dado cuenta que es un error. Estudiar te permite que se te abran puertas, oportunidades pero estudiar no te garantiza nada. De hecho, grandes empresarios que conozco no tienen estudios o los dejaron. Estoy pensando en una persona que he conocido no hace mucho tiempo y que me ha marcado. Era un muy buen estudiante, venía de una familia muy humilde, sus padres y hermanos trabajaron para que pudiera estudiar y cuando acabó el COU llegó la hora de estudiar medicina y decide no estudiar medicina y ponerse a trabajar. Se le dio bien y ahora tiene una empresa que es espectacular. Entonces te das cuenta: los estudios no garantizan nada, lo que garantiza algo es la pasión. Si tú tienes pasión por lo que haces encontrarás tu hueco, si no tienes pasión, no lo aguantarás. Seguro que conoces a alguien que dice “yo le pongo mucha pasión y no he conseguido que nadie se lea mis artículos, o mi obra, etc” vale, tiene la pasión pero ahí lo que falta es la constancia necesaria para que esa pasión pase de ser un sueño a una realidad.

La diferencia entre el que tiene éxito y el que no, es que los que no tienen éxito tienen sueños y los que tienen éxito tienen objetivos, tienen muy claro hacia dónde quieren ir. Se marcan objetivos realistas, pero paso a paso. Yo, por ejemplo, cuando me ofrecen colaborar para las obras de mejora de la Escuela lo veo como una idea realista. Veo que tengo el terrero, el sitio, el dónde, tengo el qué quiero hacer, el cómo y lo único que me hace falta son los medios para hacerlo. Cuando ves un proyecto tan bien encauzado y lo único que falta es un pasito, entiendes que ese pasito a su vez se divide en múltiples pasitos y que mi participación no será lo único que pague el cien por cien, pagará una parte, quizá una parte importante, pero no toda. Cuando lo has dividido en pequeños trozos dices “alguien tiene que poner la primera piedra de esa escalera, y ¿por qué no voy a ser yo si me lo estás poniendo tan fácil?”. La primera cuenta tanto como todas las demás juntas. Es como cuando dices, “voy a ir al gimnasio tres veces por semana”, lo que más cuesta es el primer día. El primer día es el complicado, cuando tienes que hacer toda la gestión, el resto ya es un poco más sencillo.
Yo considero que he recibido mucho en la vida y considero que tengo que devolver al menos algo de lo que he recibido. Creo que ser agradecido es la clave para seguir haciendo lo que a uno le gusta. Dice Tony Robbins que uno no puede estar descontento y agradecido a la vez porque son pensamientos contrarios, con lo cual, si esto es así, si estoy agradecido no voy a estar descontento. ¡Qué mejor manera tengo de ayudar a la gente si lo que estoy haciendo es egoístamente hacer que vaya a estar feliz yo!

P: Nos has contado cómo tenías una vida prácticamente resuelta trabajando como profesor hasta que de repente ¿se cruza en tu camino la magia? ¿O es algo que siempre ha venido contigo?

En mi caso la magia siempre ha venido conmigo. Separar Jorge Luengo y magia está complicado, van de la mano. Desde que era el niño yo siempre quise ser mago. Tenía 4 años y quería ser mago. De hecho, una amiga me contó hace poco cuál era mi primer número de magia, que era en la guardería, yo no me acordaba. Tenía dos cubos, uno de arena seca y otro de arena mojada, cogía un puñado del de arena seca, lo echaba en el de arena mojada y desaparecía. Yo decía ¡ya sé hacer algo! Los niños se quedaban impresionados y yo pensaba ¡pero si esto está chupado! Y me encanta que la gente se sorprenda. En ese momento me di cuenta de que quería hacer eso. Luego un primo mío me enseñó cosas, mi padre me enseñó un montón de ideas que él sabía y entonces me di cuenta de que a mí lo que me hace feliz es hacer feliz a los demás. Egoístamente está demostrado que no hay nada como el voluntariado para hacer feliz a una persona. Yo siempre hago la misma pregunta, si fueras increíblemente rico, podridamente rico, y ya has dado tres vueltas al mundo y has visitado todo ¿a qué dedicarías tu vida? El 95 por ciento de la población dice que haría algo que ayude a los demás, hay un 5 por ciento que dice “yo, me haría todavía más rico” pero la gran mayoría no. Yo tengo la suerte, sin la carga de ser asquerosamente rico –lo digo así, porque lo considero una carga-, de tener la ventaja de hacer felices a los demás y egoístamente eso me ayuda mucho.

Yo siempre digo que hay dos tipos de proyectos, los que son económicos y los que son por algo más. Estos segundos los “algo más” son los que te llenan, los que te hacen sentir que el camino en el que estás aquí, está un poquito mejor, los que te hacen decir “lo estoy haciendo bien”. Y si me voy creo que he hecho un poquito por ayudar a los demás, ese es mi objetivo. Decía Steve Jobs: “si te murieras hoy, ¿crees estarías estará haciendo lo que quieres? Y si la respuesta es no, pues cambia de día a día.” En mi caso es, si todos los días fueran ayudar a los demás¿estaría feliz? pues claro, creo que como cualquier persona, ayudar a los demás enriquece muchísimo, así que ¿cómo no voy a decir gracias por tener la suerte de vida que tengo?

P: En el momento en el que decides cambiar de vida para lanzarte al mundo de la magia ¿encontraste oposición en tu entorno? ¿Te encontraste con gente que te decía que estabas loco por lanzarte a semejante aventura?

Muy fácil. Yo dije “mamá, voy a dedicarme a la magia” y mi madre me dijo, “no hijo, primero tú estudia y luego ya veremos”. Claro, tu madre lo que en realidad te propone, con muchísima razón de madre, es la frase de “a ver, hijo, tú sácate una oposición, ten las cosas resueltas, tenlo todo”. Porque ahora como padre entiendes lo que es ser padre. La abuela de un amigo mío decía la frase de que “tener hijos te hace cobarde”. Y es cierto, tener hijos te hace pensar que cuando yo falte, quiero una estabilidad para él, quiero una seguridad, quiero saber que va a estar bien, quiero la tranquilidad.

En nuestra cultura, en nuestra manera de verlo, para unos padres, saber que vas a tener un trabajo bien es lo mejor. Sin embargo cuando llega el momento posterior en el que dices “mamá, yo lo que quiero dedicarme es a esto. Ya tengo mi carrera, mis estudios, ya lo tengo todo hecho, ya puedo dedicarme a lo que realmente me gusta”, tu madre te va a apoyar siempre, tu familia te va a apoyar siempre, aunque a priori siempre te diga “qué locura, ¿dónde te estás metiendo? ¿Tú lo has pensado bien?” Pero lo bueno que tienen los padres, las familias, es que se alegran. Es la diferencia con otras personas, la familia siempre se alegra de que te vaya bien. Hay una frase que a mí me gusta mucho que dice que “un hijo es la única persona de la que te alegras que te supere” y es verdad. En mi caso yo le dije a mis padres que me quería dedicar a esto y claro, para ellos era que iba a pasar de una vida en la que cobraba bien, vida resuleta, funcionario del grupo A, etc, a la incertidumbre, a viajar por el mundo, etc. Es normal que les parezca una locura lo que estás proponiendo y, sin embargo, considero que es la mejor decisión que he podido tomar en mi vida.

P: ¿Echas de menos la docencia?

Sí, claro. Creo que ser docente junto a la sanidad, que son las dos profesiones que he visto en mi casa, son las dos profesiones que más vocacionales, si no tienes esa vocación es complicado. Vemos a veces casos de profesores que no tenían esa vocación y que han acabado ejerciendo y se nota. Estar las horas que un docente está con un alumno, si no le apasiona, es complicado que las aguante.